Nuestras Huellitas

Nuestras Huellitas

jueves, 25 de julio de 2013

El juego en el Nivel inicial

El juego como derecho del niño y responsabilidad del docente. 

El Nivel Inicial, especialmente en la provincia de Buenos Aires, posee una importante 
tradición en relación con el lugar que le ha dado al juego en las prácticas cotidianas. 
No obstante, en los últimos años, el lugar preponderante que se le ha otorgado a los 
contenidos disciplinares desde propuestas sumamente dirigidas, ha desdibujado la 
importancia que dicha tradición intentó sostener. 
Como adultos- docentes, ¿cuál es el espacio y el tiempo que les ofrecemos a los niños 
para el pleno ejercicio de su derecho a jugar? 
Ante todo, es imprescindible tener en cuenta que el juego no es algo que el niño realice 
“naturalmente”; es decir, no es una capacidad natural sino una capacidad innata. Por lo 
tanto, para que esa capacidad se desarrolle es necesario un otro que le dé sentido a 
ciertas acciones que el niño pequeño realiza espontáneamente. De esta manera se suma 
un significado cultural que, además del carácter lúdico que inaugura, opera como 
inscripción de ese niño en la cultura a la cual pertenece. 
Si bien la única finalidad del juego es el placer, se podría afirmar que jugando se 
producen los aprendizajes más importantes: durante el juego los niños expresan sus 
ideas acerca de los temas que en él aparecen, manifiestan sus esquemas conceptuales, 
los confrontan con los de sus compañeros. Esto les permite rectificar lo que no es correcto 
o no sirve, o ratificar sus ideas acerca de lo que conocen. 
Teniendo en cuenta la función educativa central que portan las instituciones del nivel, es 
imprescindible un interlocutor que propicie y favorezca el desarrollo de estos aprendizajes. 
Este interlocutor debe ser el docente, quien desde una observación atenta y responsable 
de cada grupo de niños, debe prever espacios y tiempos, recursos y materiales, para la 
habilitación del juego. 
 Los docentes, como adultos de esta sociedad que tiende a desvalorizar lo creativo y lo 
expresivo poniendo el acento en lo que genera un “producto”, casi siempre prevén 
actividades que generen aprendizajes posibles de ser sometidos a una categorización de 
evaluación cuantitativa homogénea. Así, se pone al niño en situaciones que no se 
corresponden con la particularidad de la etapa infantil.


 Consideraciones sobre el Juego y su relación con el Aprendizaje 

“El niño no juega para aprender, pero aprende cuando juega” (Martha Glanzer) 
Por ser el juego una actividad libremente elegida, no debe haber presión externa para la 
manifestación espontánea del niño/a. Por lo tanto, lo que en el juego aparece es lo más 
auténtico del pensamiento infantil; lo que “pone en juego” el niño/a es lo que tiene 
verdadero sentido para él/ella: sus intereses, preocupaciones, curiosidad, miedos, lo 
inabordable. “Jugar es jugarse, es entrar y salir de la locura…”, dice Eduardo Pavlovsky 
“Es no estereotipar, es mover el orden de las cosas, inventar caminos, transformar la 
mirada, simbolizar, movilizar reglas, convenir, crear, que en última instancia, es, al fin, la 
gran operación del sentido…” , dice Chiqui González. 
Los juegos invitan al encuentro comunicativo, lo que implica la correlación entre juego y 
lenguaje, ya que ambos contribuyen a la disminución progresiva del egocentrismo del 
niño/a: al jugar con otros, la necesidad de comunicarse y entenderse para llevar a cabo 
ese juego, dan sentido a la palabra. De este modo, el jugar se constituye en un 
importante medio para la descentración infantil.




No hay comentarios:

Publicar un comentario